lunes, 28 de octubre de 2013

La música nos transporta

¿Por qué hay veces que al escuchar una melodía nos trasladamos al pasado? Ese es uno de los grandes poderes que tiene la música y uno de los temas más investigados por expertos del cerebro. Es increíble como una melodía es capaz de despertar en nuestra mente recuerdos tanto positivos como negativos que pensabamos que estaban olvidados.

Este maravilloso fenómeno se debe a la estimulación de determinadas zonas del cerebro. Al escuchar música se pone en funcionamiento el lóbulo frontal y el temporal, relacionados con la memoria. Las neuronas conectan las melodías con determinados acontecimientos y emociones de nuestra vida que se recuerdan al volver a escuchar esa música. 

Los estudios neurológicos realizados se han basado en la aplicación de resonancias magnéticas sobre el cerebro mientras se les hacía escuchar su música preferida. Los científicos esperaban la activación de la corteza prefrontal, sin embargo, se vio como se activaban diversas partes del cerebro. Todas estas estaban relacionadas con las emociones más viscerales, como llorar, reir o el placer sexual. Este gran descubrimiento se ha aplicado en numerosas enfermedades. 

La musicoterapia es muy utilizada por los musicoterapeutas para volver a situaciones complicadas que habían sido olvidadas y enfrentarse a ellas. Incluso ha hecho posible que personas enfermas de alzheimer, que había perdido casi por completo la memoria, sean capaces de recordar al escuchar ciertas melodías que significan algo para ellos. Esto se debe a que la parte del cerebro que es estímulada por la música es una de las últimas partes que se ve afectada por la enfermedad.



Lo que la música esconde para los autistas

"No soy autista, tengo autismo"

Tratar el tema del autismo hace imprescindible conocer los nombres de Leo Kanner y Hans Asperger. Ambos fueron los primeros en publicar descripciones sobre esta enfermedad. Los dos coincidieron en darle el nombre de "Autista" a esta enfermedad cuyo rasgo principal es la dificultad de mantener relaciones afectivas con otras personas.

Se trata de una enfermedad neurológica de origen desconocido. Se cree que puede estar provocado por factores ambientales que interactúa con una suceptibilidad genética. 

En cuanto a los síntomas, es característico una interacción social deficitaria, carencia de empatía, dificultades a la hora de comunicarse, movimiemtos repetitivos, incapacidad de autoreconocimiemto (se denominan a ellos mismos en tercera persona) y dificultad para realizar actividades que supongan la interacción con otros niños. 

Como hemos visto en otras entradas, la música es una de las principales terapias para mejorar la calidad de vida de ciertas personas. El autismo es otra enfermedad en la que la música tiene un papel importantísimo. La repetición de los tonos y los ritmos es para estos niños una gran herramienta para el aprendizaje, para mejora sus habilidades sociales, la paciencia y la tolerancia. La música es capaz de llegar a regiones emocionales del cerebro donde el lenguaje hablado no lo es. Esta cualidad de la música se aprovecha para establecer comunicaciones y relaciones con los niños autistas. 

Las sonatas de Mozart han sido reconocidas como el principal tratamiento para el autismo, pues actúan como un equilibrante neurofisiológico. Su música es fácilmente comprensible, vitalista y se acompasa muy bien con los ritmos fisiológicos y vegetativos de los niños.

Además de la música sinfónica, las canciones tradicionales cobran un importante papel en la estimulación de la memoria de niños autistas. Se dice que lo primero que se aprende es lo último que se olvida. De ahí la importancia de las canciones personales, que hacen conectar a los niños con sus emociones y así poder romper las barreras que les impiden crear vínculos con otras personas. 

A pesar de padecer esta enfermedad, estos niños poseen la cualidad de percibir tonos de la música de forma mucho más sutil que las personas normales. Esto hace que la experiencia de escuchar música sea para ellos mucho más satisfactoria.



martes, 22 de octubre de 2013

La música y el alzheimer



Alois Alzheimer identificó por primera vez en 1901 lo que actualmente se conoce como la "enfermedad del alzheimer". Se trata, como ya se sabe, de una enfermedad neurodegenerativa con pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales. Estos característicos síntomas se deben a un deterioro de las neuronas lo que conlleva a la atrofia de determinadas zonas del cerebro.

A pesar de que la ciencia avance a pasos agigantados, el tratamiento no es curativo, si no que solo ofrecen mejoras sintomáticas para el paciente. A pesar de esto, se han desarrollado numerosas técnicas para mejorar en todo lo posible la calidad de vida de estas personas. 

Ya hemos visto el gran poder que tiene la música sobre ciertas enfermedades y el alzheimer no iba a ser una excepción. Numerosos estudios realizados con estas personas han demostrado que la música mejora su comportamiento social. Muchos pacientes son capaces de recordar canciones y recuerdos que se pensaba, estaban ya perdidos incluso en casos muy avanzados de la enfermedad. Pero esta técnica no solo influye en la memoria, si no que tiene un gran efecto sobre sus estados de ánimo y sentimientos entre otros.

Se ha demostrado como después de escuchar música, estas personas se encuentran más tranquilos, con un estado de humor mejorado y tienen un sentimiento de aceptación y pertenencia a la comunidad gracias a la comunicación con otras personas. Aún así, escuchar música grabada no aporta tantos beneficios en cuanto a la estimulación cognitiva como lo hace la música en directo, ya que esta proporciona una estimulación visual.

También es importante la participación de estas personas en la múscia, pues es una actividad mucho más interactiva. En general, la participación más común en los centros de atención suele ser cantar en grupo. Estas actividades captan la atención de los enfermos incluso aquellos en los que la enfermedad se encuentra en etapas muy avanzadas.

Aunque existan numerosas técnicas para mejorar la calidad de vida de enfermos con alzheimer, no hay que olvidar que el mejor tratamiento es, sin duda, el cariño de los suyos.

sábado, 19 de octubre de 2013

Personas, animales y plantas

Si miramos a nuestro alrededor nos damos cuenta que la música la encontramos en todos los ámbitos de nuestra vida. Forma parte de los seres humanos y de la naturaleza incluso se ha empezado a pensar que la música organice nuestros ritmos internos del cuerpo, como puede ser el latido del corazón o el tiempo de respiración entre otros.

Los seres humanos no somos los únicos seres vivos que se comunican mediante diferentes sonidos. La música funciona de forma innata y constituye un sentido natural de los animales. Éstos utilizan una grandísima variedad de sonidos para enviar y recibir mensajes y alertar de posibles peligros. Además se ha demostrado en numerosos estudios de zoomusicología, como los animales pueden modificar su estado de ánimo y preferir diferentes estilos de música.


Se conoce por experimentos realizados, que las vacas son capaces de generar una mayor cantidad de leche al escuchar "Las cuatro estaciones de Vivaldi", al igual que los cerdos aumentan su peso con una mayor rapidez al escuchar a Beethoven y Mozart. Los orangutanes responden con un cierto agrado a obras de Caruso y son capaces de mover su cuerpo al ritmo de la música. 

De este modo la música afecta de forma positiva a los animales. En el caso de los domésticos, se ha demostrado que la música clásica es la favorita de perros y gatos y ayudan a reducir los niveles de estrés y ansiedad y rebaja la agresividad y la hiperactividad de nuestras mascotas.

Pero no solo los animales son suceptibles a los efectos de la música. Las plantas son seres vivos que tras numerosos estudios se ha demostrado que las vibraciones de la música influyen en su crecimiento. En algunas granjas, los vegetales reciben un tratamiento con música clásica, lo cual concluye en un crecimiento más rápido de los tomates y las berengenas.

 La música es un idioma universal que no distingue entre humanos, animales o incluso plantas.


lunes, 14 de octubre de 2013

¿Qué oyen los sordos?

Aun que suene raro, los sordos también oyen. 

Con el paso de los años, los estudios han demostrado que el cerebro de las personas sordas adapta su estructura para contrarrestar el déficit que supone la sordera. De este modo, aprovecha las vibraciones del sonido en el área del cerebro que deja libre los estímulos auditivos. Un claro ejemplo lo encontramos en el conocidísimo compositor alemán Beethoven, cuyas mejores obras fueron escritas después de quedarse sordo.


La musicoterapia es una disciplina enfocada a ayudar a estas personas discapacitadas a percibir la música. El ritmo de la música es el elemento fundamental que hace posible que las personas sordas disfruten de la música. 

Esta técnica ayuda a los sordos a percibir las vibraciones y sensaciones acústicas que tiene la música. Además favorece a sus relaciones interpersonales, a la fluidez de su habla, la coordinación de sus movimientos y una mejora en el equilibrio. Es decir, si desde edades tempranas acercamos a los niños sordos a la música conseguiremos que aprendan a desinhibirse e integrarse en un grupo de oyentes y sobre todo a aumentar su autoestima. Además, se han realizado estudios en niños sordos que han demostrado la existencia de una relación positiva entre la organización motora y la capacidad que tienen de leer los labios, también son capaces de responder al ritmo y de discriminar y de comparar diferentes sonidos.

No solo son capaces de escuchar la música, si no que sentir sus vibraciones en la piel les permite moverse, bailar e incluso llegar a tener un mayor equilibrio y un control de la postura.

La musicoterapia por lo tanto, consigue que los niños y adultos sin capacidad auditiva lleguen a tener una cierta apreciación de la música, lo que les permite expresarse de un modo bastante aproximado al de una persona normal.

lunes, 7 de octubre de 2013

Lo que la música esconde para el Síndrome de Down

"No estoy debajo de lo normal, ni valgo menos ni soy menos capaz, solo funciono diferente"

Esta son las palabras de una persona más en la sociedad pero con una pequeña diferencia, él tiene una trisomia en el par 21, es decir, tiene Síndrome de Down. Esta anomalía afecta a uno de cada 700 nacimientos con una transmisión de tipo genético. Su nombre se debe al científico John Langdon Haydon Down, el primero en describir las características físicas que compartían un grupo de concreto de personas. Pero él no pudo descifrar su causa. Años más tarde, en 1958, Jerôme Lejeune descubrió la alteración cromosómica del par 21.

Su característica más apreciable son los rasgos físicos de los individuos, que permiten reconocerlos fácilmente. Además, sufren de una discapacidad cognitiva y diversas alteraciones y trastornos como el de la audición. Éste se debe a la disposición anatómica tan característica que tiene la cara de estas personas, lo que supone la presencia de hipoacusias de transimisión; déficit auditivo por una mala transmisión de la onda sonora hasta los receptores cerebrales.

A pesar de estos déficits, las personas con Síndrome de Down independientemente de su sexo, edad o nivel intelectual disfrutan y adoran la música, aprovechando para cantarla y bailarla siempre que se les presenta la ocasión. Quizás se trate de una capacidad innata escondida en la trisomia del par 21. Escuchar música, cantar o bailar provoca estados positivos y en muchas ocasiones se utilizan con la finalidad de favorecer el aprendizaje en estas personas. Se ha demostrado en diversos estudios como estos estudiantes son capaces de aprender las lecciones con una mayor facilidad, siempre y cuando sean repetitivas y atractivas, características que adquieren cuando se trata de lecciones cantadas. Esto se debe a que los ritmos y la repetición de la música estimula su atención y ayudará al estudiante a recordar algo de forma más sencilla que simplemente diciéndoselo. La música, por lo tanto, estimula TODO el cerebro y crea un ambiente atractivo en el cual los aprendizajes destinados al fracaso se convierten en un éxito.

Estas personas no solo cantan y bailan la música, si no que también son capaces de tocar un instrumento con cierta maestría, a pesar de las dificultades motoras características de esta enfermedad. Esta actividad musical mejora de forma significativa muchas de sus habilidades como puede ser el contacto visual, la capacidad de concentración, la imitación verbal, memoria, habilidades motrices y sobre todo la habilidad auditiva. 

Esta musicoterapia permite hacer del individuo un sujeto comunicativo, mejorando las relaciones con familiares y amigos, promueve las conductas apropiadas y disminuye las inapropiadas.

El poder de esta terapia musical se ve reflejada en sus efectos fisiológicos, que puede provocar cambios en los ritmos de respiración, circulatorios e incluso en la liberación de hormonas como la Serotonina cuya liberación ayuda a mejorar aquellos estados de ánimos negativos.

Durante la terapia de individuos con Síndrome de Down mediante la música, se consigue que estos reaccionen frente a estímulos sonoros y despierten vivencias ocultas que están en el subconsciente, expresadas a modo de palabras o dibujos. 

"La musicoterapia es indolora, sin efectos secundarios y compatible con cualquier otro tipo de tratamiento."