"No estoy debajo de lo normal, ni valgo menos ni soy menos capaz, solo funciono diferente"
Esta son las palabras de una persona más en la sociedad pero con una pequeña diferencia, él tiene una trisomia en el par 21, es decir, tiene Síndrome de Down. Esta anomalía afecta a uno de cada 700 nacimientos con una transmisión de tipo genético. Su nombre se debe al científico John Langdon Haydon Down, el primero en describir las características físicas que compartían un grupo de concreto de personas. Pero él no pudo descifrar su causa. Años más tarde, en 1958, Jerôme Lejeune descubrió la alteración cromosómica del par 21.
Su característica más apreciable son los rasgos físicos de los individuos, que permiten reconocerlos fácilmente. Además, sufren de una discapacidad cognitiva y diversas alteraciones y trastornos como el de la audición. Éste se debe a la disposición anatómica tan característica que tiene la cara de estas personas, lo que supone la presencia de hipoacusias de transimisión; déficit auditivo por una mala transmisión de la onda sonora hasta los receptores cerebrales.
A pesar de estos déficits, las personas con Síndrome de Down independientemente de su sexo, edad o nivel intelectual disfrutan y adoran la música, aprovechando para cantarla y bailarla siempre que se les presenta la ocasión. Quizás se trate de una capacidad innata escondida en la trisomia del par 21. Escuchar música, cantar o bailar provoca estados positivos y en muchas ocasiones se utilizan con la finalidad de favorecer el aprendizaje en estas personas. Se ha demostrado en diversos estudios como estos estudiantes son capaces de aprender las lecciones con una mayor facilidad, siempre y cuando sean repetitivas y atractivas, características que adquieren cuando se trata de lecciones cantadas. Esto se debe a que los ritmos y la repetición de la música estimula su atención y ayudará al estudiante a recordar algo de forma más sencilla que simplemente diciéndoselo. La música, por lo tanto, estimula TODO el cerebro y crea un ambiente atractivo en el cual los aprendizajes destinados al fracaso se convierten en un éxito.
Estas personas no solo cantan y bailan la música, si no que también son capaces de tocar un instrumento con cierta maestría, a pesar de las dificultades motoras características de esta enfermedad. Esta actividad musical mejora de forma significativa muchas de sus habilidades como puede ser el contacto visual, la capacidad de concentración, la imitación verbal, memoria, habilidades motrices y sobre todo la habilidad auditiva.
Esta musicoterapia permite hacer del individuo un sujeto comunicativo, mejorando las relaciones con familiares y amigos, promueve las conductas apropiadas y disminuye las inapropiadas.
El poder de esta terapia musical se ve reflejada en sus efectos fisiológicos, que puede provocar cambios en los ritmos de respiración, circulatorios e incluso en la liberación de hormonas como la Serotonina cuya liberación ayuda a mejorar aquellos estados de ánimos negativos.
Durante la terapia de individuos con Síndrome de Down mediante la música, se consigue que estos reaccionen frente a estímulos sonoros y despierten vivencias ocultas que están en el subconsciente, expresadas a modo de palabras o dibujos.
"La musicoterapia es indolora, sin efectos secundarios y compatible con cualquier otro tipo de tratamiento."