"No soy autista, tengo autismo"
Tratar el tema del autismo hace imprescindible conocer los nombres de Leo Kanner y Hans Asperger. Ambos fueron los primeros en publicar descripciones sobre esta enfermedad. Los dos coincidieron en darle el nombre de "Autista" a esta enfermedad cuyo rasgo principal es la dificultad de mantener relaciones afectivas con otras personas.
Se trata de una enfermedad neurológica de origen desconocido. Se cree que puede estar provocado por factores ambientales que interactúa con una suceptibilidad genética.
En cuanto a los síntomas, es característico una interacción social deficitaria, carencia de empatía, dificultades a la hora de comunicarse, movimiemtos repetitivos, incapacidad de autoreconocimiemto (se denominan a ellos mismos en tercera persona) y dificultad para realizar actividades que supongan la interacción con otros niños.
Como hemos visto en otras entradas, la música es una de las principales terapias para mejorar la calidad de vida de ciertas personas. El autismo es otra enfermedad en la que la música tiene un papel importantísimo. La repetición de los tonos y los ritmos es para estos niños una gran herramienta para el aprendizaje, para mejora sus habilidades sociales, la paciencia y la tolerancia. La música es capaz de llegar a regiones emocionales del cerebro donde el lenguaje hablado no lo es. Esta cualidad de la música se aprovecha para establecer comunicaciones y relaciones con los niños autistas.
Las sonatas de Mozart han sido reconocidas como el principal tratamiento para el autismo, pues actúan como un equilibrante neurofisiológico. Su música es fácilmente comprensible, vitalista y se acompasa muy bien con los ritmos fisiológicos y vegetativos de los niños.
Además de la música sinfónica, las canciones tradicionales cobran un importante papel en la estimulación de la memoria de niños autistas. Se dice que lo primero que se aprende es lo último que se olvida. De ahí la importancia de las canciones personales, que hacen conectar a los niños con sus emociones y así poder romper las barreras que les impiden crear vínculos con otras personas.
A pesar de padecer esta enfermedad, estos niños poseen la cualidad de percibir tonos de la música de forma mucho más sutil que las personas normales. Esto hace que la experiencia de escuchar música sea para ellos mucho más satisfactoria.
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